En el desarrollo de nuestra actividad nos encontramos con frecuencia empresas que comparten una misma situación: multitud de software inconexo, infrautilizado y que no responde realmente a sus necesidades.
Esta situación se convierte en paradigmática si nos fijamos en la pequeña y mediana industria española. Las carencias de costosos ERP, implantados con ahínco desde algún departamento corporativo, se intentan cubrir con variadas herramientas de planificación de la producción. El más prometedor de los MES y el GMAO más moderno conviven con las clásicas hojas de cálculo furtivas, sobre las que por supuesto (nos dirán) se sostienen los cimientos de la compañía.
Todo ello se nos complica aún más con el necesario impulso hacia la digitalización de nuestras empresas. La tecnología más avanzada convive con herramientas obsoletas, agravándose los problemas de integración y de gestión de la información, y apareciendo otros nuevos como la seguridad de nuestros activos o la falta de capacidades digitales de nuestra organización.
Sabemos o intuimos que todo esto nos está costando tiempo y dinero, y entonces nos viene a la memoria aquel gurú de aquel «webinar» al que asistimos, que muy seguro de sí mismo afirmó que los datos son el oro del siglo XXI…
… ¿Y entonces qué hacemos? Nuestro impulso natural será analizar, cual ingeniero-forense, el porqué del problema. Es decir, intentar establecer las causas raíz del pasado que nos han llevado a la situación actual.
Nuestra experiencia nos dice que para resolver esta situación debemos empezar por mirar al futuro y no al pasado, y preguntarnos para qué de forma sistemática e iterativa, hasta que alineemos nuestros sistemas con los objetivos de nuestra compañía, tanto a nivel estratégico como operacional.
El planteamiento que sugerimos no deja de ser sencillo: antes de acometer un proyecto de transformación digital párate a pensar en para qué, porque si no lo haces, corres el riesgo de acabar convirtiendo tu empresa en un mercadillo de objetos diversos, preciosos y perfectamente inútiles.
Por si fuera de interés, compartimos a continuación una reflexión inicial conjunta con uno de nuestros clientes, previa al inicio de un proyecto de digitalización en su fábrica. El análisis de estas respuestas fue la base para dar coherencia al proyecto, alineando sus impactos y retornos con los objetivos estratégicos de la compañía.
1er PARA QUÉ. Bien, las respuestas responden a necesidades concretas.
- Para tener cero papeles.
- Para pasar auditorías.
- Para tener informes rápidos.
- Para poder teletrabajar.
2º PARA QUÉ. Ojo, aquí observamos interesantes necesidades de la operativa empresa.
- Para optimizar los recursos.
- Para cumplir requisitos de clientes.
- Para gestionar la información.
- Para estandarizar.
3er PARA QUÉ. Nos vamos aclarando.
- Para ser más eficiente.
- Para tener trazabilidad de producto.
- Para gestionar los problemas de calidad.
- Para tomar decisiones en tiempo real.
- Para automatizar trabajos repetitivos.
4º PARA QUÉ. Respuestas asociadas con el aporte de valor al negocio.
- Para conseguir la polivalencia extrema.
- Para mejorar la gestión de la complejidad.
- Para aumentar la planificación y la gestión de la demanda.
- Para controlar y predecir mi cadena de valor.
5º PARA QUÉ. Aquí está la estrategia del negocio. Debemos responder a estas necesidades y expectativas
- Para gestionar el conocimiento.
- Para generar más valor.
- Para aumentar la productividad.
- Para ser más competitivo.
Estamos convencidos de que el camino para asegurar el éxito en un proceso de transformación es comenzar reflexionando sobre tus propios para qué.
Los clásicos ciclos de mejora continua comienzan por la letra P haciendo referencia a la etapa de Planificación, pero la experiencia nos ha enseñado que en el comienzo de las transformaciones siempre debe estar la P de Pensar y Preguntar.
Hazte las preguntas correctas y date respuestas sinceras. Si necesitas ayuda, nosotros te ayudamos.
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