Observamos con perplejidad la tendencia a considerar lo excepcional como común.
Proezas de grandes deportistas, importantes logros científicos o significativos avances tecnológicos son asumidos como normales por nuestra sociedad, olvidándonos de que en la mayoría de los casos la excepción no confirma la regla.
Por suerte tenemos los datos, que nos muestran lo excepcional de algunas situaciones, y que nos ayudan a comprender la realidad en su verdadera dimensión.
Esta reflexión nos surge mientras observamos repetidamente llamativos titulares sobre la Industria 4.0 y su creciente desarrollo en la industria española. Se nos muestran compañías que han logrado aplicar con éxito soluciones tecnológicas que nos parecen mágicas y del gran impacto de las nuevas tecnologías en los nuevos modelos de fabricación.
Frente a la excepción, los datos (siempre los datos): el 50,1% de las empresas españolas tienen menos de 50 empleados, el tamaño medio empresarial en el sector industrial español es de 12,2 empleados. Esta es la realidad que vemos cada día.
La industria media española no conoce la fábrica 4.0 (nadie se lo ha explicado), no sabe qué les aportaría una fábrica conectada (existen pocos casos de uso con impacto real adaptables a los diferentes negocios) y tampoco sabe por dónde empezar (no tiene un roadmap definido y alineado con su estrategia).
La mayoría de estas empresas tienen un camino previo que recorrer para llegar a tener un modelo de fabricación acorde a los retos actuales de complejidad y variabilidad de los mercados.
Si regresamos a la realidad, no muchas fábricas funcionan realmente en un modelo por procesos, borrando los fronteras entre departamentos y trabajando con equipos colaborativos alineados para conseguir unos objetivos claros para todos.
Tampoco abundan las fábricas dónde se desarrolla el talento hasta alcanzar un nivel alto de polivalencia, empoderando a las personas para gestionar su trabajo como un negocio, tomando decisiones en su día a día como propietarios de su actividad y sintiendo que todo ello impacta en los resultados de su compañía.
En una estrategia a medio/largo plazo de mejora de la competitividad e incremento de valor al cliente, estamos convencidos de que la tecnología integrada en los procesos, conocida, usada y mejorada por las personas, puede ser un pilar importante y determinante. Pero gran parte de nuestra industria intenta sobrevivir en el corto plazo inmersa en el contexto actual global, cambiante, complejo e incierto.
Debemos ver la fábrica 4.0 como un camino alineado con la estrategia de cada empresa, en el que debe recorrer una distancia entre un punto de partida (que es el suyo propio) y una meta (que define dónde quiere llegar y para qué).
El camino será apasionante de eso estamos seguros.